Discográficas se solidarizan con editoriales en batalla legal con Anthropic
En un giro que recuerda a las batallas legales de la era Napster, la industria musical se encuentra una vez más en el centro de una disputa sobre derechos de autor, esta vez enfrentándose a la startup de inteligencia artificial Anthropic. La controversia gira en torno al uso no autorizado de letras de canciones por parte del chatbot Claude, desarrollado por Anthropic, lo que ha llevado a una demanda y a un creciente debate sobre los límites del «uso justo» en la era de la IA.
La demanda, presentada en octubre de 2023 por Universal Music Publishing Group, Concord y Abkco, acusa a Anthropic de infringir los derechos de autor al utilizar letras protegidas para entrenar a Claude y permitirle reproducir estas letras en respuesta a las solicitudes de los usuarios. Este caso pone de relieve las complejas cuestiones legales y éticas que surgen cuando las tecnologías de IA se intersectan con el contenido protegido por derechos de autor.
Anthropic, una empresa fundada en 2021 por ex empleados de OpenAI y respaldada por una inversión millonaria de Amazon, se encuentra ahora en el ojo del huracán. La startup argumenta que su uso de las letras cae bajo la doctrina del «uso justo», una defensa a la que han recurrido todas las compañías de inteligencia artificial generativa cuando son cuestionadas sobre cómo entrenan sus modelos.
El caso ha atraído la atención de importantes organizaciones de la industria musical, incluyendo la RIAA (Recording Industry Association of America), la Artist Rights Alliance y la Music Artists Coalition. Estas entidades han presentado un escrito amicus curiae en apoyo de los demandantes, argumentando que mientras otras empresas de IA han buscado acuerdos de licencia, Anthropic ha optado por evadir este proceso.
El escrito amicus señala un punto crucial: muchas empresas en el campo de la IA han obtenido licencias para usar contenido protegido por derechos de autor en el entrenamiento de sus modelos. Esta práctica demuestra que es posible desarrollar software de IA generativa cumpliendo con la ley de derechos de autor. Sin embargo, Anthropic parece haber elegido un camino diferente, posiblemente buscando una ventaja competitiva al evitar los costos asociados con la obtención de licencias.
Los demandantes alegan que Claude no solo ha sido entrenado con letras protegidas por derechos de autor, sino que también es capaz de reproducir estas letras casi textualmente en respuesta a ciertas solicitudes. Por ejemplo, cuando se le pide escribir una canción sobre la muerte de Buddy Holly, Claude supuestamente reproduce gran parte de «American Pie» de Don McLean. Similarmente, ante la solicitud de una canción sobre mudarse a Bel Air desde Filadelfia, el chatbot ofrece las letras de «The Fresh Prince of Bel-Air».
Anthropic, por su parte, no niega haber entrenado a Claude con estas letras, pero insiste en que cualquier reproducción exacta de las mismas sería un error y no una característica intencionada del chatbot. La empresa afirma haber implementado medidas de seguridad para prevenir tal resultado, aunque reconoce que estas medidas podrían haber fallado en algunos casos.
El caso Anthropic vs. la industria musical plantea preguntas fundamentales sobre el futuro de la propiedad intelectual en la era de la IA. ¿Cómo se debe equilibrar el desarrollo tecnológico con la protección de los derechos de los creadores? ¿Es el marco legal actual adecuado para abordar los desafíos únicos que presenta la IA generativa?
Los demandantes buscan una orden judicial que obligue a Anthropic a implementar medidas de seguridad más robustas para prevenir la generación de contenido que incluya letras protegidas, así como a abstenerse de usar copias no autorizadas de estas letras en el entrenamiento de futuros modelos de IA.
Este caso podría sentar un precedente significativo para la industria de la IA y la industria musical por igual. Si bien la innovación tecnológica es crucial, el escrito amicus argumenta que no debe venir a expensas de los derechos de los creadores. Recuerdan que el cierre de plataformas como Napster y Grokster no obstaculizó el progreso tecnológico, sino que allanó el camino para servicios de streaming legales que compensan adecuadamente a los titulares de derechos.
El desafío será desarrollar un marco que fomente la innovación tecnológica mientras protege los derechos e intereses de los creadores de contenido. El resultado de este caso podría tener implicaciones de largo alcance para el futuro de la IA y la propiedad intelectual.