CEO de Suno afirma que todas las compañías de IA utilizan obras protegidas sin autorización

La industria musical está en el epicentro de una revolución tecnológica impulsada por la inteligencia artificial (IA). Mikey Shulman, CEO de Suno, una plataforma de IA para la generación de música, se encuentra en el centro de esta transformación. Con su enfoque disruptivo y un discurso directo, Shulman ha generado tanto admiración como controversia.
En una reciente entrevista para el pódcast The Twenty Minute VC, Shulman expresó su frustración ante lo que describe como una «mentalidad de pastel fijo» en la industria musical. Según él, esta perspectiva limita la colaboración y fomenta una lucha constante por un «pastel de dinero fijo». En su lugar, Shulman propone un futuro colaborativo donde la IA amplíe las posibilidades creativas y económicas del sector.
Sin embargo, las palabras de Shulman no han sido bien recibidas por todos. Suno enfrenta actualmente un litigio por parte de las principales discográficas de la industria, coordinadas por la RIAA. Las discográficas alegan que la empresa utilizó grabaciones protegidas por derechos de autor sin autorización para entrenar su modelo de IA. Este caso ha puesto en tela de juicio no solo las prácticas de Suno, sino también las de toda la industria tecnológica que desarrolla IA creativa.
Innovación vs. Propiedad Intelectual
Shulman admite abiertamente que el entrenamiento de su modelo incluyó música protegida por derechos de autor, una práctica que describe como «estándar» en el sector. Esto ha suscitado preguntas éticas y legales sobre los límites del “uso legítimo” en el contexto de la IA. Según la RIAA, este enfoque socava la promesa de una IA verdaderamente innovadora al explotar el trabajo de artistas sin su consentimiento ni compensación.
La RIAA busca hasta $150,000 en daños por cada obra utilizada sin permiso. Ante esta situación, Shulman insiste en que el camino debería ser la colaboración, no la confrontación legal. “Parece ridículo gastar millones en abogados en lugar de dialogar sobre cómo trabajar juntos”, señala, aunque reconoce que un fallo adverso podría ser devastador para Suno.
Resulta interesante que Shulman admite abiertamente haber cometido las infracciones de las que les acusa el sector discográfico: un fallo en contra sería letal financieramente para la compañía, pero pareciera que está apostando a que el tribunal aceptará la defensa del «uso justo» que han presentado las compañías demandadas.
Transformar el consumo y la creación musical
Más allá de las disputas legales, Shulman presenta una visión audaz para el futuro de la música. Para él, la creación musical tradicional es inaccesible para la mayoría debido a las barreras de tiempo y habilidad. Por ello, cree que la IA puede democratizar la música, permitiendo que cualquier persona participe en el proceso creativo. Este cambio, según Shulman, pone el “gusto” por encima de la “habilidad”, redefiniendo el concepto de maestría artística.
Asimismo, propone que la música se convierta en una experiencia más interactiva, similar a los videojuegos. En lugar de ser un fondo sonoro pasivo, sugiere que la música evolucione hacia una experiencia activa y personalizada para los oyentes.
El dilema ético de Suno
No obstante, las acciones de Suno parecen estar en conflicto con su propósito declarado de “hacer la música más valiosa”. Mientras Shulman asegura que la plataforma evita imitaciones directas de artistas existentes, la RIAA afirma que los resultados de Suno muestran un “fuerte parecido” con grabaciones protegidas. Además, el uso de obras sin autorización contradice los valores que la compañía dice defender.
En este contexto, Suno ha intentado posicionarse como un aliado de los artistas. La plataforma ha organizado iniciativas como concursos de remixes en colaboración con figuras destacadas, como Timbaland, para fomentar la interacción entre artistas y fans. Shulman argumenta que estas actividades ofrecen un nivel de compromiso superior al que permiten los modelos tradicionales.
¿Un futuro construido con IA?
El camino de Suno simboliza el dilema más amplio que enfrenta la relación entre la IA y las industrias creativas: ¿puede la tecnología coexistir con el respeto por la propiedad intelectual y la autenticidad artística? Para Shulman, la respuesta está en la colaboración. “El futuro es nuestro para construir. Podemos construir un buen futuro de la música con IA, un mal futuro, o dejar que alguien más lo haga”.
Sin embargo, el desenlace dependerá de la capacidad de Suno para superar sus desafíos legales y convencer a la industria musical de que su visión merece apoyo. A medida que se desarrolla este debate, queda claro que la relación entre IA y música no solo redefinirá cómo se crea y consume el arte, sino también cómo las empresas y artistas colaboran en un mundo impulsado por la tecnología.