Los “Ghostwriters”: un fenómeno más presente que nunca
Durante los últimos años, en la industria musical ha estado presente más que nunca un fenómeno llamado “los ghostwriters”. ¿De qué se trata? Pues para aquellos que no lo hayan escuchado, el término se le aplica a toda persona que escribe, compone o produce un track, letra o canción para otro artista, pero sin percibir ningún tipo de crédito.
En pocas palabras, el ghostwriter crea y compone una pieza musical, recibe un monto por ello, pero no forma parte de los créditos del compositor o autor del mismo. ¿Qué implica esto? Pues que renuncia a los copyrights, eliminando así la posibilidad de ejercer su derecho de autor y los beneficios que esto incluye en cuanto a regalías se refiere.
Esta práctica se utiliza mucho en los géneros hip hop, pop y música electrónica. Mientras tanto, en el rap, el uso creciente de escritores fantasmas por prominentes estrellas de este género musical ha dado lugar a la controversia. Con respecto a este último tipo de música, los críticos consideran que la creciente utilización de ghostwriters es una “perversión del género musical a favor de una mayor expansión comercial”. Todo esto tomando en cuenta que la definición básica de “rapear” es: “Una manera de expresarse con sus propias palabras, no con las de otra persona”.
A la gran mayoría de los escritores fantasmas se les hace firmar contratos absurdamente estrictos, donde no pueden revelar para quien escriben, realizar proyectos solistas o independientes e incluso hasta limitarlos para que solo escriban para un artista en particular durante un período de tiempo determinado. Sí, básicamente son pagados para permanecer en el anonimato. Los pagos siempre pueden variar en cuanto a las sumas negociadas; sin embargo, jamás serán remotamente cercanas a las regalías que generan sus canciones interpretadas por artistas reconocidos.
Theodore Feldman es uno de los ghostwriters más buscados en la música pop (a él se le asocian trabajos, tanto de composición como producción, para Chris Brown, Jason Mraz, Justin Bieber, One Direction y hasta Justin Timberlake). Pero no solo es compositor, también es productor e ingeniero para grandes sellos discográficos como Atlantic Records, Capitol Records y Sony Music Entertainment.
Actualmente, este fenómeno ha dado muchísimo de qué hablar en la industria de la música electrónica (EDM). Por años, se ha criticado muchos de los nombres más reconocidos del EDM por el uso de composiciones y producciones que no son de su propia autoría. Entre ellos el que más dudas ha generado desde su primer disco ha sido David Guetta. Al Dj de origen francés se le ha señalado como una de las personas que compra trabajos que no requieren ningún tipo de modificación, colocándole solo su nombre como autor del mismo. No puedo decir que esto sea 100% verdadero respecto a Guetta; sin embargo, tengo mis dudas, ya que el año pasado tuve la oportunidad de compartir con Ben Maddahi (parte de su Management Team) y me comentó que siempre está en la búsqueda de nuevos tracks que ofrecerle al DJ francés.
En conclusión, no es un secreto para nadie que muchos de los nombres más grandes de la industria musical no escriben las canciones que interpretan. Pero lo que aquí se esconde es otro escenario (y un poco más oscuro)… Estamos hablando de “¿artistas?” que compran producciones terminadas y solo colocan su nombre para impulsarlos a ser un éxito comercial, éxito del que no forman parte los verdaderos autores y talentos detrás de la canción.