Meta defiende como ‘uso justo’ entrenar a la IA con obras protegidas
En un giro legal originado por el rápido avance de la inteligencia artificial generativa, tres renombrados autores, Sarah Silverman, Christopher Golden y Richard Kadrey, han presentado demandas por derechos de autor contra Meta, la empresa matriz de Facebook, en relación con su modelo llamado LLaMA.
A pesar de que no se trata directamente de música, este caso ha puesto de manifiesto la compleja intersección entre la inteligencia artificial y los derechos de autor, desencadenando un debate crucial sobre el «uso justo» en el ámbito tecnológico y creativo.
Meta, en su respuesta, ha defendido vigorosamente su posición, argumentando que el proceso de entrenamiento de LLaMA, que involucra la exposición a una amplia variedad de textos, no constituye una infracción de derechos de autor y, en cambio, se ajusta a la doctrina del «uso justo» en virtud de la ley de derechos de autor de Estados Unidos.
El corazón de la disputa radica en si el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial utilizando obras protegidas por derechos de autor sin obtener una licencia es legal. La industria musical y otras industrias de derechos de autor han sostenido firmemente que cualquier uso de obras protegidas debe estar sujeto a licencias de los titulares de derechos. Sin embargo, la comunidad tecnológica argumenta que el «uso justo» puede aplicarse en ciertas circunstancias, especialmente en la extracción de datos estadísticos y lingüísticos de los textos.
En el caso de Estados Unidos, el «uso justo» se basa en la noción de que ciertos usos de obras protegidas por derechos de autor pueden considerarse legales si cumplen con ciertos criterios, como el propósito educativo, la naturaleza de la obra y la cantidad utilizada. Sin embargo, la aplicación específica de estos criterios siempre ha estado abierta a interpretación y debate.
Meta argumenta que el entrenamiento de LLaMA implica la extracción de datos estadísticos y lingüísticos de los textos en lugar de copiar las obras completas, y que esto constituye una transformación suficiente para ser considerado «uso justo». Para respaldar su posición, Meta compara su situación con el caso «Authors Guild v Google Inc.«, en el que Google utilizó copias completas de libros para crear una herramienta de búsqueda en Internet, y la corte determinó que esto también era un «uso justo».
Sin embargo, los demandantes Silverman, Golden y Kadrey no están convencidos. Argumentan que el entrenamiento de LLaMA implica la utilización de sus obras de manera sustancial, lo que no encaja con el concepto de «uso justo». Este debate sobre la definición de «uso justo» en el contexto de la inteligencia artificial seguramente se resolverá a través de litigios.
Es importante señalar que esta batalla legal no se limita a Meta. OpenAI, fabricante de Chat GPT, también se enfrenta a demandas similares por parte de Silverman, Golden y Kadrey, y recientemente fue demandado por un grupo de escritores prominentes que incluye a John Grisham, Jonathan Franzen, Mary Bly, Jodi Picoult, David Baldacci y George RR Martin.
Ambas empresas tecnológicas han defendido la doctrina del «uso justo» en sus respuestas legales, pero el resultado de estos casos sentará un precedente importante para la industria de la inteligencia artificial y los derechos de autor en general.
La resolución de estas demandas tendrá un impacto significativo en la forma en que las empresas tecnológicas pueden utilizar obras protegidas por derechos de autor para entrenar sus modelos de inteligencia artificial. Mientras tanto, el debate sobre el «uso justo» en la era de la IA continúa siendo un tema candente que exige una revisión exhaustiva y una definición más clara en el marco legal.