Taylor Swift cementa al streaming como modelo de consumo

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El regreso de Taylor Swift a Spotify trae consigo especiales connotaciones para la industria de la música. El anuncio oficial hecho la semana pasada atribuye esta decisión al hecho de que la RIAA le comunicó al equipo de Swift que su más reciente álbum 1989 acababa de alcanzar los 100 millones de canciones vendidas y más de 10 millones de discos a nivel mundial, por lo cual la artista decidió colocar de nuevo su catálogo disponible en todos los servicios de streaming en agradecimiento a sus fans.

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En el 2014 cuando Swift lanzó su más reciente álbum, el púbico todavía compraba discos. La artista retiró todo su catálogo de Spotify la semana antes de lanzar 1989, declarando que el servicio no pagaba de forma justa a los artistas y no les ofrecía el suficiente control sobre sus contenidos. «No estoy dispuesta a contribuir la obra de toda mi vida a un experimento el cual no siento que recompensa justamente a los autores, productores, artistas y creadores de la música», así lo indicó Swift en un comunicado para entonces.

Tal parece que el streaming ya no es experimento. En el 2016 el streaming se convirtió en la fuente dominante de ingresos para la industria de la música, para el momento en que salió 1989 el streaming representaba el 27%. Spotify ha quintuplicado su base de usuarios premium desde que salió 1989 hasta hoy y esto es algo que Swift no puede ignorar.

Swift ha tenido una relación controvertida con la industria del streaming en los últimos 3 años. Primero con la retirada de su catálogo de Spotify y luego con una polémica carta dirigida a Apple Music cuando la plataforma, recientemente lanzada, anunció a los sellos y artistas que durante el período de prueba de 3 meses del servicio no pagaría un centavo por la música a sus creadores. «Tres meses es un período muy largo para no recibir pago alguno y es injusto pedirle a quien sea que trabaje a cambio de nada. Digo esto con amor, reverencia y admiración por todo lo que Apple ha hecho. Espero pronto poder unirme a ellos en la progresión hacia un modelo de streaming que sea justo para aquellos que crean la música. Creo que esta podría ser la plataforma que lo logre«. Fueron algunas de las palabras que emitió Swift, resaltando también que una compañía como Apple cuenta con la estructura financiera suficiente para cubrir esos pagos a los artistas, aún cuando el servicio fuese gratis para los usuarios.

Apple Music respondió dándole la razón a Swift, en una demostración sin precedentes del poder que puede tener un artista frente a una industria que tradicionalmente se ha beneficiado con creces de la música, y ésta respondió poniendo 1989 disponible sólo a través de Apple Music, indicando que era «La primera vez que se sentía que era lo correcto. Gracias Apple por cambiar de visión«.

Sin embargo esta fue una decisión contradictoria y según algunos, fue simplemente una operación publicitaria. La molestia de Swift con Spotify consistía en que la plataforma no pagaba justamente a los artistas y «devaluaba a la música«, sin embargo todo su contenido seguía estando disponible en YouTube, el servicio gratuito más popular de streaming que ciertamente devalúa a la música, mucho más que Spotify si es el caso. El hecho de que Apple Music cambiara de opinión y aceptara pagar de su bolsillo a los artistas durante su período de prueba, les equiparaba al resto de servicios de streaming, en ningún caso esto les hace ser más justos con los creadores. Es importante recordar que Apple utiliza la música para ingresar millones de dólares por la venta de hardware, de las cuales los artistas no ven un centavo. Asimismo, Swift ha construido su éxito gracias a la radio terrestre, un servicio gratuito que definitivamente no paga nada a los artistas, pero lo más importante de este hecho es que la injusticia en los pagos del streaming o no a los artistas, no es algo que le afecta financieramente a Swift en particular.

No podemos ignorar que Swift es una de las empresarias más agudas de la industria de la música, y en definitiva ella cobrará cada dólar que haya ganado, en cualquier formato. Pero impedir que tu catálogo esté disponible en streaming no ayudará a ningún artista a maximizar su potencial de ganancias ni a complacer a sus fans. Incluso Adele, quien ha sido vocal en contra del streaming, admitió que eventualmente se adaptaría, a pesar de haber mantenido su último disco 25 fuera del streaming por 7 meses.

¿Se podría decir que ha habido un ganador en esta batalla de Taylor Swift vs Spotify? En definitiva ha ganado la industria, más específicamente los fans, quienes son el motor de empuje en un panorama cada vez más digital, diversificado y democrático. Se podría decir que Swift ha ganado sus dos peleas corporativas: logró que Apple pagara  los artistas durante el período gratuito y también logró indirectamente que Spotify accediese a restringir los nuevos lanzamientos de Universal Music por dos semanas, aunque esto tiene más que ver con Spotify tratando de salir aflote como compañía de cara a su salida a la bolsa.

Esta ha sido una tregua calculada que permite a ambos lados retirarse a su lado y cantar victoria, y al final del día que la artista más poderosa de la industria haya regresado al streaming es testamento de que ha reconocido hacia donde se está moviendo el mercado, y es un claro indicador del futuro por venir.