Ejecutivo danés recibe 18 meses de prisión por fraude en streaming

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Un ejecutivo de renombre en la industria musical danesa, hasta ahora conocido como NN – nomen nescio, ha sido condenado a 18 meses de prisión por fraude en streaming. Este caso, que parece ser el primer ejemplo público de fraude en streaming perpetrado por un «insider», ha generado preocupaciones sobre la integridad del sistema de reproducción digital y ha destacado la necesidad de abordar este tipo de delitos de manera efectiva.

NN, un ejecutivo con una «larga carrera» en la industria musical danesa, aprovechó su posición para manipular el sistema de streaming y generar millones en regalías. Lo que hace que este caso sea aún más alarmante es el hecho de que implicó tomar música legítima de artistas genuinos y lanzarla bajo nombres diferentes después de realizar modificaciones mínimas. Este modus operandi, que se prolongó durante seis años, finalmente fue descubierto cuando artistas individuales notaron irregularidades en la distribución de su propia música.

El fraude de NN implicó la creación de múltiples cuentas de suscriptor en diversas plataformas de streaming, donde reprodujo cientos de canciones a través de listas de reproducción falsas. El descubrimiento accidental de esta actividad ilegal llevó a una investigación exhaustiva por parte de la Alianza de Derechos Daneses y finalmente a la intervención de Spotify.

Desglosando los números detrás del fraude, la evidencia proporcionada a la Alianza de Derechos por Spotify aparentemente muestra que un solo usuario reprodujo la misma lista de reproducción casi 600 veces al día durante tres días. Wired informa que durante una semana «244 pistas de música fueron escuchadas 5.5 millones de veces, con 20 cuentas responsables de la mayoría de las reproducciones». Sin embargo, esto significa que cada una de esas cuentas necesitaría haber generado alrededor de 39,000 reproducciones cada día. Eso equivale a alrededor de 1600 reproducciones por hora o aproximadamente 27 cada minuto. Gaffa informa que «20 usuarios reprodujeron alrededor de 36,000 pistas en una semana» y «durante una semana en 2016, se realizaron alrededor de 36,000 reproducciones».

Cuando el caso inicialmente fue a juicio, se informó que parte de la acusación fue la confiscación de alrededor de £500.000, representando las regalías obtenidas fraudulentamente.

La sentencia de este ejecutivo y la confiscación de las ganancias fraudulentas envían un mensaje claro sobre la gravedad de los delitos relacionados con el fraude en el streaming. María Fredenslund, de la Alianza de Derechos Daneses, enfatizó la importancia de reconocer este tipo de delitos como criminales y serios, mientras que Jakob Huttel, de la sociedad de gestión Koda, destacó la importancia de proteger los ingresos que legítimamente pertenecen a los creadores de música.

Este caso también arroja luz sobre problemas más amplios dentro de la industria musical, particularmente en lo que respecta a la manipulación del streaming. Si bien gran parte de la atención se centra en la manipulación orquestada por creadores individuales o en granjas de bots, hay un aspecto menos conocido pero igualmente preocupante: el fraude interno, en el que personas en sellos discográficos u otros participantes en la cadena de valor participan en manipulación de reproducciones para obtener contratos, pasar períodos de prueba en trabajos, ganar bonificaciones o inflar los ingresos del catálogo en la carrera hacia una venta.

Además, se ha observado una tendencia creciente hacia formas más sofisticadas de fraude, como el secuestro de cuentas de usuarios legítimos de streaming para aumentar las reproducciones de manera menos detectable. Este tipo de manipulación, conocida como «fraude hairworm«, presenta nuevos desafíos para las plataformas de streaming en la identificación y prevención del fraude.

Si bien la condena de NN marca un hito en la lucha contra el fraude en el streaming, queda claro que este es un problema que requiere una atención continua y medidas proactivas por parte de la industria musical. Se necesita una colaboración estrecha entre las plataformas de streaming, los artistas y las entidades reguladoras para garantizar la integridad del sistema y proteger los ingresos de los creadores de música legítimos.