El impacto de las políticas migratorias en la industria de la música latina en Estados Unidos

image

En la reciente ceremonia Billboard Women in Music celebrada en Los Ángeles, Ángela Aguilar, galardonada como Artista Revelación, dedicó su premio a las mujeres inmigrantes latinas que cruzan la frontera hacia Estados Unidos “con nada más que esperanza en sus corazones, solo para encontrarse viviendo en la incertidumbre y el miedo”. Su emotivo discurso, que provocó una ovación de pie, puso en el centro del debate la difícil situación de la comunidad inmigrante y el papel de los artistas latinos como portavoces de sus realidades.

Según Billboard, este gesto de Aguilar no es aislado. Cada vez más figuras de la música latina, como Shakira, Maná y Alejandro Fernández, están utilizando sus plataformas para alzar la voz en defensa de los inmigrantes, especialmente tras la llegada de Donald Trump a la presidencia y el endurecimiento de las políticas migratorias. Sin embargo, el impacto de estas políticas va mucho más allá de los discursos: está afectando directamente a la industria musical y a la vida cotidiana de millones de personas.

El miedo paraliza a la comunidad y a la industria

Tony Aguirre, artista de música regional mexicana, expresó abiertamente su preocupación por la baja asistencia a sus conciertos en Estados Unidos. “La gente tiene miedo de salir debido a las amenazas de deportaciones masivas”, afirma Aguirre, quien señala que no es el único afectado; muchos de sus colegas experimentan la misma situación. El temor a ser identificados y detenidos ha generado un efecto paralizante en la comunidad latina, que se traduce en menos público en eventos, menos ventas en negocios y una vida social restringida.

Abel DeLuna, miembro de la asociación Promotores Unidos y veterano promotor de conciertos, confirma que la situación migratoria ha provocado caídas significativas en la venta de entradas, obligando incluso a cancelar shows. “Nuestra gente está preocupada. Muchos tienen miedo de salir, miedo de ir a trabajar, miedo de ir a los bailes, a los conciertos”, relata DeLuna, quien recuerda que situaciones similares ya se vivieron durante administraciones anteriores, pero que el clima actual es especialmente tenso.

El impacto de las políticas migratorias no se limita a la industria musical. María Teresa Kumar, presidenta de Voto Latino, destaca que la disminución del tráfico peatonal en barrios predominantemente hispanos es evidente desde la llegada de Trump a la presidencia. Negocios como florerías, restaurantes, escuelas e iglesias también han visto reducida su actividad, lo que afecta a toda la economía local.

La música latina, aunque hoy llega a una audiencia global, sigue dependiendo en gran medida de la comunidad inmigrante en Estados Unidos. Cuando esta comunidad se siente amenazada, toda la cadena de valor —desde promotores y managers hasta músicos y técnicos— sufre las consecuencias.

Estrategias de resistencia y adaptación

Ante este panorama, los actores de la industria buscan estrategias para sobrevivir. DeLuna, por ejemplo, ha optado por reducir los precios de las entradas para incentivar la asistencia, aunque reconoce que la incertidumbre persiste. Enrique Ortiz, de Luz Record, señala que la desinformación en redes sociales sobre supuestas redadas también ha contribuido al miedo, afectando aún más la asistencia a conciertos.

Josh Norek, presidente de Regalias Digitales, advierte sobre el impacto económico a largo plazo que podrían tener las deportaciones masivas en la industria musical. Explica que, si millones de oyentes latinos son deportados y pasan a consumir música desde países donde los ingresos por streaming son mucho menores, las regalías para artistas y sellos discográficos caerán drásticamente. “No deberías ser demócrata, republicano ni independiente para pensar en el impacto económico de las deportaciones”, afirma Norek.

A pesar de la gravedad de la situación, muchos líderes de la industria prefieren no hablar públicamente sobre el tema, temiendo represalias o estigmatización. Sin embargo, voces como la de Norek insisten en la importancia de mostrar solidaridad con la audiencia latina y de visibilizar el problema. “Si nuestras audiencias y comunidades están en riesgo, nuestra industria sufre”, subraya. Además, la imposición de aranceles globales y la posible disminución del turismo local agravan aún más la situación, afectando no solo a la música, sino también a sectores como la hospitalidad y el comercio minorista.

La industria de la música latina en Estados Unidos enfrenta uno de sus mayores desafíos en décadas. El miedo generado por las políticas migratorias no solo afecta a los inmigrantes, sino que tiene un efecto dominó en la economía, la cultura y la vida social de todo el país. En este contexto, la solidaridad, la visibilidad y la adaptación se vuelven herramientas esenciales para resistir y seguir celebrando la riqueza de la música latina, que es, en última instancia, un reflejo de la diversidad y la esperanza de toda una comunidad.