La batalla legal entre Spotify y MLC se intensifica: Implicaciones para la industria musical

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La industria de la música streaming está en vilo ante la creciente disputa legal entre Spotify, el gigante del streaming musical, y el Mechanical Licensing Collective (MLC). Esta confrontación, que tiene sus raíces en una controvertida decisión de Spotify de reclasificar sus suscripciones en Estados Unidos, promete tener repercusiones significativas en el panorama de las regalías musicales.

En el centro de la controversia se encuentra la decisión unilateral de Spotify de redefinir sus suscripciones como «paquetes». Esta maniobra, que coincidió con la incorporación de audiolibros a su plataforma y la introducción de un plan separado sin música, ha generado un ahorro sustancial para Spotify en términos de regalías mecánicas. Se estima que esta estrategia podría permitir a la compañía retener millones de dólares hasta finales de 2027, una perspectiva que ha despertado la ira de diversos actores de la industria musical.

La National Music Publishers’ Association (NMPA) y el MLC se han posicionado firmemente en contra de esta reclasificación. El núcleo del debate jurídico gira en torno a la interpretación de la Sección 115 de la Ley de Derechos de Autor y las disposiciones de Phonorecords IV. Mientras Spotify insiste en que sus ofertas constituyen legítimamente «paquetes», el MLC sostiene lo contrario, argumentando que la inclusión de audiolibros no justifica tal categorización.

El MLC ha respondido enérgicamente a los argumentos de Spotify para desestimar la demanda. En una carta de cuatro páginas dirigida al tribunal, el colectivo subraya la solidez de sus alegaciones iniciales y critica a Spotify por ignorar los detalles fácticos presentados. El MLC argumenta que las suscripciones Premium de Spotify no cumplen con la definición legal de «paquete», cuestionando el valor real que los audiolibros aportan a la mayoría de los suscriptores.

Uno de los puntos clave en la argumentación del MLC es que la oferta de 15 horas mensuales de audiolibros tiene un valor marginal para la gran mayoría de los usuarios, quienes se suscriben principalmente por el contenido musical. El colectivo sugiere que, incluso si algunos suscriptores valoran los audiolibros, esto no justifica la reclasificación de toda la oferta como un paquete.

La disputa pone de manifiesto las complejidades y ambigüedades en la legislación de derechos de autor en la era digital. Con cientos de millones de dólares en juego, el resultado de este litigio podría establecer un precedente crucial para futuras negociaciones entre plataformas de streaming y titulares de derechos.

Mientras tanto, la industria musical observa atentamente, consciente de que el desenlace de este conflicto podría reconfigurar significativamente la distribución de ingresos en el ecosistema del streaming. La resistencia del MLC a una resolución rápida sugiere que esta batalla legal podría prolongarse, manteniendo en vilo a artistas, editoriales y plataformas por igual.

Este caso subraya la necesidad continua de adaptar las leyes de propiedad intelectual al cambiante paisaje tecnológico. A medida que las plataformas de streaming evolucionan y diversifican sus ofertas, es probable que surjan más debates sobre la categorización adecuada de los servicios y la justa compensación a los creadores de contenido.