La importancia de la Metadata en la industria musical (Parte I)

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En el mundo de la música, la metadata se refiere a los créditos que comúnmente vemos en servicios como Spotify o Apple Music, pero también se incluye dentro de este término toda aquella información vinculada con una canción o un disco publicado, es decir, título, nombres de compositores y productores, el nombre de la editorial (titular de la composición), el nombre de la discográfica (titular de la grabación) y un largo etc. Toda esta información necesita estar sincronizada a lo largo y ancho de todas las bases de datos dentro de la industria, para asegurar que cada vez que una canción es reproducida, en cualquier servicio, las personas adecuadas puedan ser identificadas y recibir su correspondiente pago. Desafortunadamente y con mucha frecuencia, esto no sucede.

El tema de la metadata pareciera ser uno de los aspectos más aburridos de la música, pero como nos damos cuenta, es uno de los más importantes, más complejos y más fragmentados, ocasionando que muchos músicos artistas no puedan recibir pagos por su trabajo. Cuando un artista no está bien identificado en la metadata de un tema, cada segundo que pasa mientras este problema no se soluciona, está perdiendo dinero.

Introducir la información correcta de una canción suena como una tarea bastante fácil de hacer, pero los problemas con la metadata han plagado a la industria de la música por décadas. No existe un estándar de cómo esta información debería ser recopilada o mostrada, no existe la necesidad de verificar la metadata de una canción antes de su lanzamiento, y tampoco existe un lugar, físico o virtual, para almacenarla. En su lugar, fracciones de datos se mantienen en cientos de sitios diferentes en todo el mundo.

Como resultado, el problema es mucho más grande que un nombre mal deletreado cuando vemos los créditos de una canción en Spotify. Una metadata que es inexistente, mal hecha o inconsistente es una crisis que ha dejado millones de dólares sin dueño, que nunca han llegado a las manos de quienes se han ganado ese dinero. Y mientras la cantidad de música que es creada y consumida continúa creciendo a un ritmo acelerado, este problema solamente se hará más complejo.

Un problema de consolidación

La base de datos de una discográfica probablemente es muy diferente a la de Spotify, la cual probablemente sea diferente a las base de datos de la sociedades de gestión, como ASCAP o BMI, las cuales se encargan de pagar las royalties a los músicos por sus presentaciones en público. «Parte del problema es que los campos que cada quien ha escogido para introducir la información en sus programas informáticos son todos diferentes«, indica el abogado Jeff Becker. «Entonces, se envía información de un track que contiene el campo «Ingeniero de Pro Tools» pero la base de datos que recibe la información no contiene ese campo, entonces se opta por ignorarlo y ese crédito se pierde en el camino«.

Cada base de datos de cada servicio tiene su propio conjunto de reglas. Si Ariana Grande, Nicki Minaj y Jessie J colaboran en un nuevo track y éste es distribuido a Apple Music con todos los nombres en el mismo campo para «Artista», esto causaría lo que se conoce como un «error compuesto artista». Si se introduce el nombre del artista como «apellido, nombre» también ocasionaría un error. Existen formas de lograr que la metadata se incluya dentro del archivo para que toda la información «viaje» junta, pero por lo general los agregadores solicitan que sea eliminada porque puede causar problemas con la subida.

El segundo gran problema es que la información que se introduce con frecuencia es incorrecta. Una canción puede pasar por varios compositores, productores e ingenieros antes de que llegue a manos de un artista, y cada uno de los que contribuye puede fastidiarlo todo. Cuanto mayor sea la cadena de custodia de los datos, mayor es el riesgo de que alguna parte será incorrecta. Un nombre puede introducirse incorrectamente, o un ingeniero que trabajó brevemente en un track puede quedarse fuera, o una fusión entre dos bases de datos puede salir mal y ocasionar errores técnicos que eliminen la información.

Incluso en un sola canción, la metadata puede llegar a ser bastante complicada. Por ejemplo el tema «Firework» de Katy Perry: Capitol Records es la discográfica titular de los derechos por la grabación, sin embargo la canción tiene 5 compositores diferentes que pertenecen cada uno a una editorial distinta, cada uno de los cuales es titular de un porcentaje de los derechos de la composición, y toda esta información debería estar incluida en la metadata para que cada uno pueda ser identificado y recibir su dinero.

El hecho de que una sola composición tenga tantos autores no es inusual hoy en día. En 2016 el promedio de compositores por canción era de 4, que a su vez pertenecían a 6 editoriales. Esto crea un gran potencial para que la metadata sea introducida de forma incorrecta. Y si uno de los créditos está incompleto, mal deletreado, o no concuerda con los campos de la base de datos de un servicio de streaming, esto puede afectar los pagos de todos los involucrados. Todos estos pequeños errores se acumulan y se estima que debido a ellos, existe un bote de aproximadamente $250 millones que los servicios de streaming tienen retenidos sin poder pagarlos a los compositores correspondientes.

Fuente: The Verge