Vinilo y cassette: los nuevos viejos formatos

image

Este 2014 hemos sido testigos de un hito histórico: se ha producido y publicado el disco en vinilo más vendido en los últimos años. Se trata de “Lazaretto”, de Jack White, que en su primera semana vendió 40.000 copias (el que más rápido se ha vendido desde 1991) y que acaba el año con 60.000, superando a “Vitology” de Pearl Jam.

A estas alturas, las ventajas de este formato vuelven a estar más que interiorizadas, pero esto no es 1991 y, en la actualidad, comprar música en formato físico es sólo una opción y no la única forma de adquirirla; provocando el consiguiente debate en la industria y el punto exacto de la historia en el que nos encontramos.

Crisis significa creatividad

No es que crea que Jack White haya sufrido precisamente un duro golpe por el cambio de modelo, tampoco quiero decir que él no sea un auténtico amante del vinilo. Pero sí que ha sabido innovar dentro de una tendencia, adaptándose a los cambios en el momento y de la forma adecuadas. El éxito de Jack White en su propuesta creativa, un ultra LP en vinilo con holograma y demás funcionalidades, revela algo positivo para todos: es verdad que el público quiere streaming, pero más que nunca demanda una experiencia musical lo más completa posible. Desea que le conmuevan.

La música no es “gratis”, pero el hecho de que sea más difícil de “vender” hace que el valor añadido, la diferenciación, sea un extra de trabajo que los músicos (o sus equipos) deban ofrecer. Eso ha dado lugar a maravillas como el citado ultra vinilo de Jack White, apps que mezclan experiencias en directo y 3D o estrategias sorpresivas y multimedia de lanzamientos de discos. Visto así es comprensible que los consumidores de música sean ahora también consumidores de contenido y, por lo tanto, mucho más exigentes y difíciles de impresionar que en épocas pasadas.

Esto no es sólo “la vuelta del vinilo”

Por todos estos factores, sería demasiado simple calificar esta situación como la “vuelta” de este formato, pues hay muchos románticos que nunca dejaron de coleccionarlos. Este cambio va más allá y sólo hay que darse una vuelta por cualquier librería online, portal de moda o magazine de tendencias para darse cuenta de lo que realmente pasa. La nostalgia nos devora a muchos niveles. Queremos libros (físicos) y en ediciones especiales, ser “normcore” es muy trendy y las IT Bloggers llevan pantalones con manchas de lejía y jerseys que pretenden ser tan largos como los de Kurt Cobain. Psicodelia, lo-fi y grupos se cuelan en las mejores listas del año con canciones “demasiado” inspiradas en The Beatles o The Doors.

Walkman, el revival

Sin desviarnos de la música, empiezan a aflorar otros casos en los que artistas usan formatos clásicos para grabar o distribuir sus trabajos. Aunque por “clásico” entendamos algo que utilizábamos hace menos de 20 años.

Se trata del cassette. Un ejemplo reciente es el de Disney, que ha elegido este formato para editar la banda sonora de “Guardianes de la Galaxia”, algo que no hacía desde 2003.

Y, si se trata de artistas, hay quien decide experimentar en el proceso de grabación eligiendo este formato, sin que eso signifique renunciar a los de siempre a la hora de editarlos. Como caso curioso destaca el proyecto de Gerard Alegre: El Último Vecino. Alegre decidió grabar su trabajo, titulado también “El último vecino” (2013, Domestica Records), directamente en cassettes. Antes de meterse de lleno a producirlo, las dejó en sitios estratégicos, buscando que las cintas magnéticas se deterioraran por fenómenos como el sol o el calor, dando lugar así a un sonido diferente, único, a una experiencia y una historia que compartir. A la hora de de editarlo, primero optó por 100 copias en cassette y las que le siguieron fueron en vinilo.

Siendo prácticos, ¿Por qué volver al cassette?

Los cassettes son baratos y relativamente fáciles de hacer. Permite a los artistas reproducir copias de forma mucho más económica, algo que encaja perfectamente en la filosofía DIY que ha crecido (o renacido) en los últimos años. Sin embargo, aunque muchos lo utilicen precisamente por la menor calidad en el sonido, ya sea por filosofía o por una cuestión de género musical, eso no quita que el material con el que están hechos sea mucho más vulnerable.

El multiformato a la hora de editar es otra forma interesante de diferenciarse y, visto está, de expresarse creativamente: tiradas limitadas en formatos especiales, con diseños específicos y para nichos concretos dentro de una misma base de fans.

Conclusiones

O preguntas. ¿Está poniendo de manifiesto esta tendencia que la perfección y la disponibilidad 24/365 del streaming nos abruma?. ¿Hemos perdido la capacidad de valorar y queremos recuperarla? Desde luego, en lo que respecta a la variedad de propuestas y formatos, es un buen momento para ser público y amante de la música. Parece evidente que hoy, más que nunca, para triunfar o seguir manteniendo un lugar en el mundo de la música, hay que saber dar un buen espectáculo.

Los comentarios están cerrados.