¿A qué compositores beneficiará la venta de BMI?

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El negocio de la gestión de derechos de autor en la industria musical en los EEUU ha sido tradicionalmente dominado por dos gigantes: ASCAP y BMI. Estas entidades han sido percibidas como similares a primera vista pero con diferencias notables en su funcionamiento interno. Sin embargo, un cambio de juego reciente ha alterado esta percepción arraigada. La adquisición de BMI por parte de un grupo de inversores liderado por New Mountain Capital, completada el 8 de febrero, marca un hito significativo en la historia de la gestión de derechos de autor.

BMI, anteriormente propiedad de sus licenciatarios, ahora está bajo el control de una entidad con fines de lucro. Este movimiento ha desencadenado debates sobre el impacto que tendrá en los compositores y en el panorama musical en general. BMI argumenta que esta nueva estructura permitirá una inversión más agresiva en tecnología y otras áreas, lo que potencialmente beneficiará a sus miembros. Por otro lado, ASCAP ha cuestionado la capacidad de la equidad privada para comprender verdaderamente las necesidades y la esencia del arte de la música.

Las diferencias entre ASCAP y BMI no son nuevas. Desde su gobernanza hasta sus modelos de membresía, estas organizaciones han tenido enfoques divergentes a lo largo de los años. Sin embargo, con BMI ahora bajo la presión de generar ganancias para sus inversores, se espera que se produzcan cambios significativos. Esto podría incluir la expansión hacia nuevos mercados internacionales y la búsqueda de negocios con márgenes más altos.

Sin embargo, el mayor desafío para BMI será encontrar el equilibrio adecuado entre obtener ganancias y satisfacer las necesidades de sus compositores y editoriales. Como la organización de gestión de derechos más grande del mundo, cualquier cambio en sus políticas resonará en toda la industria musical, desde sus competidores en Estados Unidos hasta las sociedades de gestión de derechos en todo el mundo.

El CEO de BMI, Mike O’Neil, ha delineado algunos de los objetivos de la compañía en una carta dirigida a sus afiliados y socios de la industria. Se espera que BMI aumente su retención de ingresos por licencias y busque un crecimiento incremental a través de adquisiciones y nuevos servicios. Sin embargo, el desafío radica en lograr esto sin afectar las regalías de los compositores y editores.

Una estrategia clave para BMI será retener y atraer a los mejores compositores, como Taylor Swift, quien es uno de sus miembros destacados. Esto podría implicar ofrecer mejores términos y condiciones, incluidos avances más atractivos y estructuras de bonificación mejoradas. Sin embargo, la competencia en este sentido podría intensificarse si otros competidores también ofrecen incentivos más lucrativos.

El dilema ético de recompensar a los artistas más exitosos mientras se equilibran las necesidades de toda la comunidad de compositores es un tema candente. ¿Es justo que los artistas de renombre reciban un trato preferencial, o debería distribuirse equitativamente entre todos los miembros? Esta pregunta podría definir el rumbo futuro de BMI y su relación con sus afiliados.

En última instancia, el cambio de propiedad de BMI tiene el potencial de alterar significativamente el panorama de la gestión de derechos de autor en la industria musical. Los compositores y editores estarán atentos a cómo evolucionan las políticas y prácticas de BMI bajo su nueva administración, y qué impacto tendrá en sus ingresos y oportunidades. La competencia por los mejores talentos y los términos más favorables podría intensificarse, lo que podría llevar a una redistribución de la «torta» de regalías en juego.